COLECCIÓN PINTURAS NEGRAS



El principio estético de las pinturas negras es el siguiente; luz vive en la pintura. Son cuadros con fondo oscuro, la representación de la penumbra, en donde, la luz, el fuego, la mirada, el cuerpo, irradian con un trazo inmediato, así la luz se revela.

La carne se descubre ante nosotros, lo erótico nos llama desde el fondo de un cuadro nos comunica con el inconsciente reprimido.

El abismo es representable, por tradición carente de luz. Los seres del abismo generan una luz para atraer a sus presas ¿Cuantas horas solitarias vagará esa luz por el abismo?

Hacer del cuadro un hábitat de criaturas, pasiones, gestos, hombres, del color en sí mismo.

La luz como un gozne entre el mundo cotidiano que observa, a la vez, un mundo imaginario, los mundos se sobreponen, se confunden, se funden en un instante.

Junto a la luz en la penumbra solo hay rastros de formas, trazos sueltos, seres transfigurados, imaginarios, representan una reunión, actividad cotidiana en torno a la toma de decisiones. El expresionismo explora la esencia del encuentro con el otro, de la reunión milenaria.

Retrato del sueño, ascenso o descenso del espíritu, elevación o caída al abismo. En el retrato del hombre que sueña encontramos un pasaje empírico, reconocemos una imagen concreta que nos comunica con un mundo onírico.

Imagen proveniente del sueño, saludamos a las imágenes del sueño, la pintura representa aquel mundo con emisarios que figuran animales que continúan en ramas de arboles.

El símbolo que representa la abstracción; El dragón que muerde su cola, perdiéndose principio y fin en un abismo que envuelve la figura, Uroboros, símbolo alquímico vuelto primitivo, contemporáneo, es la abstracción que sucede.

Ellas guardan un lugar privilegiado en la representación de la fantasía, de la pasión, del inconsciente individual. Las imágenes eróticas son símbolo de la libertad, del desprendimiento de los vestimentos, del desenmascaramiento de la carne y la pulsión. Atrás está un hombre que devora la imagen con la mirada perdida, como el Saturno de Goya, pero aquello que devora conserva el movimiento de la autocomplacencia; es el goce de la negatividad de lo erótico.

El acto pleno, sin tiempo, los gigantes gozan.

En la plástica de la pintura el volumen se relaciona con lo grotesco del sexo.

En el cuadro una cadena de imágenes va de lo definido a lo indefinido. La imagen que nos da la espalda mira hacia la curva donde se pierden los cuerpos, incitando a seguir el camino.

El simio que levanta oro. Imagen semejante a las cartas del tarot. El simio levanta el oro como pudiera levantar piedras o frutos. El hombre, pobre simio que recoge oro.

Tanto perdemos en el juego de la presencia y el recuerdo, porque vamos olvidando los rasgos reales, vamos perdiendo la nitidez de la inmediatez, pero, cuando invocamos con el pensamiento, ellas, las figuras, recobran luz. La pintura nos recuerda que todo proceso psicológico se acompaña de estética.

¿Qué ha hecho al hombre representar un mundo divino? ¿Acudido a la naturaleza? ¿Son sus humores frente a una mujer? Estamos sujetos a las formas, hay una forma de representar esto, bajo una estética que excite.

El gesto compartido entre el hombre y la bestia. La mirada del hombre que escucha, la mirada del ave que observa.

El pescador y el pintor. La pesca y la pintura se vuelven uno.

En la piel del animal los colores y las formas suceden sin sentido.

Las imágenes que percibimos las acompañamos de algún sentimiento. Sin este sentimiento la imagen es vacía, tenemos las suficientes experiencias para que esa imagen se empareje con algún sentimiento vivido.

Flores e imágenes que comparten un espacio. Brillan en la oscuridad, vienen de diferentes hábitats; del mar, del arbusto, del sueño.

El animal erecto, macho cabrío, propuesto en la antigüedad griega, puesto en escena de nuevo por el Goya de las Pinturas negras, con fondo de fuego, fondo ardiente, él, despierta la llama en medio de la pasividad; canta, baila, se levanta en dos patas, con dos manos, dos cuernos, sin ápice de conciencia, el animal erecto.

Cercanía de una mirada, labios pintados por otro, ojos, rostro imaginado, inexistente, fondo oscuro de la imaginación.